Los argentinos nos levantamos un día y nos informamos que debíamos cada uno de nosotros una cantidad de dólares que en mi puta vida, le juro, pasaron por mis manos.
Para enterarme de los porqué de tamaño endeudamiento, acepté la invitación a la mesa redonda que muy atinadamente Ud. bautizó La Deuda, así, en mayúsculas. Y ese fue el motivo por el cual me hice presente la otra noche en la sucursal local de la Universidad de Ciudad de la Virgen.
En los papeles parecía que todo saldría como lo habían planificado, según Ud. me refirió.
Los oradores perfectamente invitados, implicada la dirección universitaria, con la cobertura de los medios masivos y la complicidad del centro de estudiantes.
Sin embargo, como decía Macedonio “en esa fiesta había tantos ausentes que si faltaba uno más no tenía sitio”.
Demasiado valioso es Ud. para desperdiciarlo en un fracaso anunciado.
Ud. podría, con un elegante paso al costado, haber producir un hecho político. Podría perfectamente haber descubierto la trama, haberse subido al carro de los derrotistas.
Aunque yo que lo conozco, sé que Ud. siempre será fiel a sus principios, pero alguna vez, por su salud mental se lo digo, debería haber sopesado más los fines.
Porque Ud. es un ingenuo, permítame que le diga. Sus errores de cálculo terminaron siendo de colección.
¿Para qué organizar una mesa redonda sobre la hipoteca mayor que soporta la Argentina? ¿A quién cree que le importe? ¿A quién le agrada que le recuerden sus deudas?. Si teníamos todo arreglado, ya estábamos tranquilos con la “quita”. Y si finalmente no la podemos pagar, que la pague Montoto.
Para colmo justo ese día se cumplían 50 años del golpe de estado del 16 de septiembre del ´55, de aquel acontecimiento donde al gran general lo desalojan del poder, pero no de la historia. Y estábamos a poco más de treinta días para las elecciones generales de octubre donde habrá reválida de títulos.
Faltaba a la cita el Orador Principal, el peronista candidato a diputado por la Izquierda Gorila. El hijo del padre que le aseguró a Ud. que iba a estar, aunque le faltó decir ausente.
Y lo vi a Ud., pasada ya la hora del comienzo del evento, seguir afirmando a la Responsable Universitaria la presencia del Orador Principal, mientras se lo veía en la tv a éste pasearse por la Plaza de Mayo, muy lejos de allí, en vivo y en directo.
Y cómo no se le ocurrió pensar, iluso creyente de la palabra empeñada, que en plena campaña electoral es más rentable una cámara de la televisión nacional que un diálogo con jóvenes universitarios del empobrecido conurbano bonaerense. Y que además el tipo andaba en los preparativos del cumpleaños del viejo, el número ochenta, que se festejaba al día siguiente.
Tampoco había aparecido el Tercer Orador.
Sólo quedaba una jugada, la de bajarse. Alternativa en la que coincidían tanto Ud., como el otro miembro del Círculo Organizador y también la Responsable Universitaria.
Pero no contaban con el Segundo Orador, el máximo gladiador ideológico, el hasta ese momento único orador presente y a quien, con sus principios blindados, nunca se le podía pasar por la cabeza la idea de que si había hecho 35 kms. para llegar hasta ahí, se fuera sin pronunciar palabra alguna.
Finalmente, ante la resignación, comenzó el acto.
Y cuando todo parecía encaminarse a un dulce y monótono monólogo de revolucionario tardío, apareció el retrasado Tercer Orador. Que cuando le tocó el uso de la palabra, comenzó justificando su demora con un alevoso reproche a Ud. por haberle informado incorrectamente los horarios iniciales, continuó con una recriminación a esos ingratos estudiantes ausentes y concluyó con un discurso eficaz, apenas, para cautivar a la propia tropa, pero que incita sólo a la flagelación de la nostalgia.
Esto es lo que se dice que todo salga perfectamente, perfectamente como el culo.
Que el diablo metió la cola no tengo ninguna duda. ¿Por qué sospecho que todo fue planificado por el diablo?. Porque hay que saber mucho como él para equivocarse en todos los puntos y no casualmente en algunos.
También merecería un párrafo aparte el Círculo Organizador, esos mundos paralelos que forman ese triángulo de cuadros contrariados. Porque tres, siempre le digo, es un número místico. Y sus componentes deben estar lúcidamente preparados para integrar una ménage a trois.
Gracias por la invitación, se lo agradezco porque aprendí mucho. ¿Sobre la deuda? ¡No!, sobre la deuda no, acerca de la conducta humana aprendí mucho.