29 de mayo de 2016

Rio: entre el deseo y la realidad


Brasil posee unos paisajes de belleza casi inadmisible que atraen, con la potencia de los imanes, al turismo internacional.
Tiene un valor preponderante la riqueza inabarcable de las imágenes, que están ahí para que la memoria las recuerde.




Está bien que la descripción se ciña a lo físico, sin embargo, es incompleta si uno no pone en valor, en la experiencia recogida, los aspectos más íntimos de las sensaciones percibidas.


                                                                     






Aunque en sueños, las imágenes de Rio me acompañan desde hace muchísimo tiempo.
De manera que detrás del relato puede haber algo de fantasía.                                                  

De cualquier modo es mejor no exagerar.















Tres días en esta ciudad maravillosa no será mucho tiempo, pero como la vida no se cuenta por minutos sino por sueños, como creía el talentoso Sabina, nos quedarán "lembranzas" de los deseos cumplidos.






Los audaces sobrevivientes juveniles de la trágica década de los setenta, tenemos para contar, al menos, con la feliz adolescencia de los sesenta.
El aluvión musical creativo de la década, los Beatles, los Stones, el auge del folclore nacional, la nueva música popular brasileña, caló hondo en nuestra generación.

Moça do corpo dourado, do sol de Ipanema
O seu balançado é mais que um poema
é a coisa mais linda que eu já vi passar.

Con letra de Vinicius de Moraes y música de Antonio Carlos  Jobin, «Garota de Ipanema», el más conocido tema compuesta en 1962, emblema de la Bossa Nova. Ese movimiento impulsado por un grupo de estudiantes y músicos de clase media procedentes de Copacabana e Ipanema, los barrios de Río de Janeiro situados junto a la playa.
Se imponía, entonces, como una utopía, un privilegio, o una frivolidad, si se quiere, el saludablemente ambicioso anhelo por transitar esos lugares emblemáticos.





¿Qué hace falta para valorar una salida?

En principio, el traslado. Luego la estadía. Y, sobre todo, el clima.

Vencer el estrés de aeropuertos, despegues y aterrizajes de aviones, y hacerlo sin ningún contratiempo (la llegada a El Galeao culminó en un cerrado aplauso para la avezada tripulación), no es poco para comenzar.

Resulta infinitamente menos apasionante, sin embargo, el traslado del aeropuerto al hotel. Cruzar toda la ciudad en una autopista atestada, a paso de hombre, anocheciendo poco después de las cinco de la tarde, con cientos de motos que te pasaban velozmente con toques de bocina al estilo «correcaminos», terminó convirtiéndose en una alucinante experiencia.






De todos modos, lo gravitante es que el Copacabana Praia, destino final del día, tiene lo que viajeros respetables suponen que los  hoteles tienen que tener.
Pudimos, entonces, constatar las exactitudes de las indicaciones señaladas en Tripadvisor.
Como buen hotel de una ciudad importante, al que no le faltan competidores, tiene varios  méritos.
El más destacable, la ubicación. A una cuadra de la playa de Copacabana, pero en el límite con Ipanema.
Bien vale la pena también destacar la variedad y calidad del desayuno.
Y la formal atención, la pulcritud, la habitación con balcón. Y sobre todo el WIFI gratis.




¿Cómo condiciona la atmósfera, el clima?


Pudimos constatar las exactitudes de las indicaciones señaladas por el misterioso meteorólogo anónimo, «este frío no lo sentíamos en Río desde hace cuarenta años».
Sin embargo, pude sobrellevar con estoicismo la densa negatividad ambiental amparado, apenas, en cierta indiferencia por un baño en el mar.
A pesar de ello, constituye una excepción que usáramos ropa de abrigo. Tan sólo un agradablemente fresco no lo merecía.








Maracaná
La construcción, como símbolo, representa, en definitiva, una excelente manera de rendirle tributo al excelso estilo del fútbol brasileño, hoy casi extinguido.
Sin embargo, que fuese escogido como una visita obligada, como al sambódromo, pone de manifiesto que existe un vínculo actual y necesario entre la historia y la cultura popular brasileña.


Más allá de las confesiones, las construcciones religiosas son lugares que los viajeros no acostumbran ignorar.
La Iglesia católica, que representa en Brasil, y de manera significativa, la máxima expresión del cristianismo, suele respetar las tradicionales formas arquitectónicas en sus templos.
El edificio de esta iglesia, en pleno centro de la ciudad, en cambio, presenta características de extremada audacia arquitectónica.
Por su condición de construcción ingeniosamente original, el artificio más que una prueba, es un virtual desafío a la tradición.


continuará...