25 de mayo de 2006

El "Cordobazo"




El 29 de mayo de 1969 se produce en la ciudad de Córdoba un acontecimiento no muchas veces visto en la escena política argentina en el siglo XX: la irrupción violenta en las calles de las grandes mayorías populares.
No era ésta la primera vez que ocurría, ni será la última.
En todo caso es bueno recordar lo que muchos olvidan deliberadamente. Este acontecimiento será la culminación de un vergonzoso proceso que se inicia en el mismo lugar, en el ‘55, cuando estalla la conspiración armada cívico-militar contra el primer gobierno de Perón.
El golpe de estado del ‘66 que derroca al gobierno surgido de la proscripción del peronismo (como lo era el de Illía), dará lugar a una dictadura militar llamada “revolución argentina”. Pero en realidad era la continuación dialéctica de la primera, de la “libertadora”.
Cambiaba el envase pero el contenido seguía siendo el mismo: un sentimiento y una certeza (el odio al peronismo y la imposibilidad de democracia política mientras el peronismo sea el seguro ganador de los comicios).
El general Onganía recibe la suma del poder público con veleidades de autócrata y presunciones de infalibilidad. El último cristiano puro que nos quedaba pretendía llevarnos a un idílico lugar donde el orden y las jerarquías serían restablecidas y a un largo ayuno político que nos serviría para purificarnos de las ideas contaminadas de la Revolución Francesa.
Con un “desensillar hasta que aclare” el pueblo se repliega en un principio hacia el silencio.
Después de todo, estos militares, herederos de la pasión gorila, igualaban a los peronistas con el resto: a todos los partidos les expropian sus sedes y a los estudiantes les intervienen las universidades.
Finalmente todos los sectores tenían las manos atadas a la espalda, excepto los grandes intereses económicos nacionales y extranjeros que hasta ubicaron a uno de los suyos en el Ministerio de Economía.
La violencia tardaría todavía en desatarse, aunque ya se empezaba a oler a pólvora y a sangre.
Los estudiantes y los obreros comenzaron con reclamos que rápidamente se generalizaron, recibiendo por única respuesta: represión.
Mientras tanto, en la ciudad de Córdoba los obreros preparan un plan de lucha por mejoras salariales. Declaran un paro activo (huelga y marcha) para el 29 de mayo.
A la mañana de ese día se disponen a manifestar pacíficamente hacia el centro de la ciudad.
Al frente de las columnas marchan los dirigentes sindicales que lanzaron la huelga de protesta sin el apoyo de la “ultraizquierda”(trágicamente famosos algunos de ellos luego), por valorarlos “burócratas”.
Se le unen en el camino los estudiantes universitarios. Esta será la originalidad (por primera vez obreros y estudiantes marchan juntos por los mismos objetivos).
La marea humana avanza decidida. La policía intenta detenerlos sin demasiada convicción.
Solidaridad en la lucha de todo un pueblo. Comerciantes, profesionales, amas de casa, se unen espontáneamente. Esconden a los estudiantes en sus casas para eludir a la policía; les dan material combustible para las barricadas y los incendios, que evitan las cargas policiales y los efectos de los gases lacrimógenos.
La ciudad en su totalidad se encuentra en manos de los manifestantes. A la autocracia elitista les responden con la consigna “... y luche/ luche/ luche/ no deje de luchar/ por un gobierno obrero/ obrero y popular”
Sobrepasada la policía, sobrepasada la gendarmería y cuando ya hay francotiradores por toda la ciudad, comenzará el repliegue de las masas y a continuación la entrada en puntas de pie del ejército a la ciudad.
El autócrata, que ya estaba ciego, se sorprende de que el pueblo de Córdoba se haya sublevado. El que amenazaba con una dictadura sin plazos y sí con objetivos a cumplir. El que prometía poner orden en el caos y terminar con el peligro comunista, termina perdiendo ya no sólo el favor del pueblo, que nunca tuvo, sino también el de los que lo habían ungido.
¿Qué había sucedido? ¿Porqué esa violencia colectiva? ¿Quién la concibió? ¿Quién la dirigió?.
En una visión individualista y conspirativa de la historia, los dueños del poder van a ver en el reclamo estudiantil, con la posterior muerte de Cabral en Corrientes, el inicio de un plan subversivo. En el armado de barricadas verán tácticas de guerrilla urbana. En los enemigos agazapados, a los subversivos que todo lo planificaron. Un ensayo general de lo que luego sería la guerra subversiva. Si hasta sus enemigos en el ejército habían dejado hacer para perjudicar al gobierno.
En esa visión parcializada de la vida hay una subestimación de lo colectivo como generador de historia (si hasta le niegan a los pueblos la posibilidad de una conciencia colectiva).
Sin embargo en un ejercicio de memoria histórica libre de las pasiones de la época y de los intereses específicos, debemos decir que el “cordobazo” fue una manifestación espontánea de protesta frente al autoritarismo implacable.
No hubo dirección, ni organización, ni plan alguno, fue simplemente un pueblo que “hizo tronar el escarmiento”.

14 de mayo de 2006

Papeleras: paralaje




Aunque demasiada tinta ha corrido sobre el tema (lo puede comprobar buscando “Papeleras” en el Google), permítame cometer la impertinencia de darle otra pasada.
Es que pocas situaciones dieron tan ambiguo alimento a las interpretaciones, más aún a las tergiversaciones más tenaces, injustas y disparatadas, como ésta.
Además, como diría Mark Twain, no sé si este conflicto está siendo manejado por personas inteligentes que nos están jodiendo o por imbéciles que hablan en serio.
La incertidumbre no puede deberse a la ignorancia de datos, sino más bien a lo contrario.
Las noticias son tan abrumadoras que nos distraen. Mejor le diría: nos despistan.
Porque salta a la vista que todo es un error de óptica, una paralaje. La paralaje, término derivado de paralelo y eje, se refiere a las aparentes diferencias que tiene un objeto de acuerdo con el punto de vista elegido.
Se trataría entonces de desaprender datos y en cambio desentrañar las opiniones.

Pasando revista
Pasando revista a las variadas interpretaciones, sorprende enterarse, por ejemplo, que detrás de los cien mil manifestantes de Gualeguaychú, sin consignas partidarias y con banderas e himnos de Argentina y Uruguay y con el único propósito de reclamar aire puro y agua pura se encuentre un nacionalismo parroquial y el “divide et impera” de la perfidia imperialista.
Como causa impresión descubrir que las inversiones extranjeras del estilo Botnia-Ence son el requisito indispensable para escapar al atraso semicolonial.
Igualmente cuesta coincidir con los que se atreven a exhumar cadáveres, como el del Supremo Entrerriano o Artigas, con miras a encontrar una respuesta original y que sólo puede servir como tesis para una licenciatura en historia pero nada aporta políticamente (Quizá haya que resucitar algún muerto pero no en esta ocasión).
Pero sobre todo es complicado convenir con la incomprensión (o superficialidad) de los que no entienden otras contradicciones más que la de poseedores/desposeídos, o con los que sólo reconocen ideologías pero no intereses.
También es difícil aceptar como sinceras las opiniones en defensa del medio ambiente de intendentes y gobernadores reunidos por el presidente en Gualeguaychú con motivo de la presentación en La Haya (las realidades de sus feudos sobre el tema no ayudan a despejar dudas). ¿No se tratará, más bien, de una solución de simulación para salvar el pellejo, ya que “Kirchner se durmió, como dice un turco amigo, y por eso intenta huir hacia adelante, ganar tiempo y no quedar solo en el fracaso”?.
Tampoco es de fácil asimilación ver al compañero Tabaré cumpliéndole el sueño a sus predecesores y sumándole el anhelo de convertir al Uruguay en Estado Libre Asociado, con el riesgo cierto de romper el Mercosur y su propio frente.

La salida
Me parece que ya es hora de dejar de preguntarse con Borges:“¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?”, para meterse con brevedad en la búsqueda de las salidas.
El embrollo se resuelve de cara al futuro, con imaginación y agudeza de ingenio, comprendiendo la diferencia entre lo circunstancial y lo estratégico. Sin pretensiones de rendición incondicional y por supuesto, abandonando el jactancioso juego de ver quién la tiene más grande.
Además, no se me ocurre mejor solución para corregir los errores de paralaje que salir del limbo de los difuntos y del lugar intermedio entre dos urnas, para colocarse en la perspectiva latinoamericana.
Ahora bien, ocurra lo que ocurra, es claro que no es litigar en tribunales internacionales la mejor solución, sino, como sostenía en un reciente comunicado la “diabolizada” Greenpeace, “reiniciar en forma urgente las negociaciones entre ambos países” y aprovechar el conflicto para, por ejemplo, “adoptar un plan regional de producción limpia que regule a la industria del papel”.
Hasta acá mis opiniones pretendieron connotar y aclarar (sin presunción de conseguirlo), ahora es el turno de esperar que en el desenlace, hoy como ayer, el destino común gravite sobre el espectáculo de los arrebatos y las declaraciones extemporáneas.