29 de agosto de 2009

Amenazas desde el cosmos


El ágora era la plaza en donde se reunían las asambleas públicas para discutir y decidir sobre el presente y el futuro en las ciudades de la antigua Grecia.
Algunos sostienen que en la actualidad el ágora ha sido reemplazada por los shoppings. De ser cierto, más que una lástima, sería una desgracia.
Pero ocurre que sobran ejemplos que demuestran que tal hipótesis es, en parte, falsa.
Qué es, si no el espíritu helénico, lo que mueve a organizadores y participantes de acciones públicas, cuyo único objetivo es descifrar, comprender y sobrellevar los infinitos interrogantes y temores que torturan a los hombres desde siempre.
Por eso, los escépticos no deberían ignorar a los que con apasionamiento y desmesura invierten su tiempo y su inteligencia en tales empresas.



“El diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo”, sentenciaba el viejo Vizcacha, confirmando la creencia de que la sabiduría está relacionada con los años adquiridos.
Sin embargo, aunque la antigüedad sea un grado, ¿cuánto de la sabiduría adquirida no se la debemos a la amistad?
Quién no tiene, por ejemplo, un amigo paranoico, un amigo gay, un amigo judío, un amigo militar, un amigo artista o filósofo, sin el cual nunca hubiéramos descubierto enigmas o descifrado significados.
Además, aunque Picasso diga, con razón, que nada puede hacerse sin soledad, tampoco nada puede terminar bien sin los amigos.

Carlos, un amigo amante del cosmos

Buda decía que si uno mete una mano en el agua ella no ofrece resistencia pero si no la saca a tiempo terminará disolviéndola.
El mismo peligro se corre con las vocaciones: terminar en manía.
Sin embargo, aún corriendo el riesgo de que el universo se lo devore, sin apuros (en la astronomía, como en el arte, no caben las prisas), mi amigo Carlos pasa la vida, noche tras noche, en el cuadriculado infinito, buscando el cosmos en el caos estelar, mirando como “las estrellas dibujan constelaciones y las estrellas fugaces pintan órbitas mágicas”.

¿Apocalipsis?

La invitación de Carlos me llegó a través de un SMS. Se trataba de una charla de su autoría y desde el título estimulaba la imaginación y el temor: “Amenazas desde el cosmos”.
El asunto remitía irremediablemente al célebre radioteatro La Guerra de los Mundos de Orson Welles y a films como La amenaza de Andrómeda y El Dia de la independencia, y que se reconocen por tener un rasgo argumental en común: el peligro viene desde el espacio exterior convertido en amenaza para la humanidad y motivando, no en vano, el instinto de conservación, el miedo a ser destruido o dañado por el otro.
Evidentemente, el tema no se prestaba para producir bostezos.
Y menos para mí, que siendo apenas un niño había quedado profundamente conmovido por La mancha voraz, una película cuyo malvado protagonista, la “amenaza venida desde el cosmos” en un meteorito, era una especie de bofe, indestructible, capaz de absorber todo lo que tomaba contacto con él y al que sólo se lo podía contener (certeza que se tiene recién al final de la proyección) poniéndolo en un frizzer (en aquella época en la Antártida).
Además, como no es aconsejable ser considerado un pusilánime, pero sobre todo por la gentileza de responder al convite, no tenía otra alternativa más que acompañar la disertación desde la presencia.
A decir verdad la conferencia fue breve. Y conste que lo digo como un elogio.
Porque generalmente el público asistente a charlas de este tipo ya tiene una idea previa clara sobre la temática a tratar.
Y en este caso lo único que pretendía era saber qué de real y qué de mito se escondía en esto de las amenazas cósmicas.
En definitiva, qué nos puede pasar, y sobre todo, ¡cuándo!.
El orador se encargó eficientemente de consumar la liberación de los inquietantes temores previos.
Primero porque le quitó veracidad a las teorías más imaginativas y apocalípticas. Y porque a las probables catástrofes las fijó lejos en el tiempo.
Un tiempo, y lo dijo buscando una sonrisa cómplice en el público, lejano de alcanzar sobre todo para la mediana edad de la mayoría de los presentes.
Trasladado el problema a las próximas generaciones, siguió luego un entretenido intercambio de conocimientos entre el disertante y la asistencia.
En resumen, una reunión que sirvió, empleando una acertada metáfora en este Año Internacional de la Astronomía, para ampliar horizontes. Y eso no es poco.


11 de julio de 2009

Waterloo

Haciendo caso omiso de las opiniones y amonestaciones de algunos de sus amigos, que a partir de ahora dejarán de soportarlo con estoicismo, el incombustible responsable del blog, se lanza a desentrañar el “horroroso crimen” cometido en los comicios.






Cuando una nueva coalición empieza a desplegarse, Napoleón decide atacar, consciente de la necesidad de detenerlos antes de que se vuelvan invencibles. Optó por una estrategia ofensiva, por los efectos que un éxito repentino podría tener. El factor decisivo fue, sin embargo, el agotamiento por un lado y la tenaz resistencia por el otro.







Entre los concurrentes a las cotidianas mesas de café, con los cuales uno comparte una entrañable amistad, y con algunos una larga militancia política, el kirchnerismo hizo estragos (recuerdo que algo similar había ocurrido en su momento con el menemismo).
En los preliminares de los adelantados comicios del 28 de junio, cuando muy pocos sospechaban el futuro y el astuto Kirchner era número puesto, bien podría haberme preguntado como Cortázar "¿Qué hace un cronopio como yo en un mundo de famas y esperanzas como este"?,
Sin embargo, luego de los inesperados resultados, el clima será otro. De exultante y tremendista a depresivo y temerario.
Aparecen en escena los reproches. Serán objeto de recriminaciones revolucionarias los hoy satisfechos y desagradecidos integrantes de la clase media. Los traidores intendentes pejotistas del conurbano. Los productores agrarios y la burguesía nacional cooptados por la oligarquía y el imperialismo. Los progresistas abstractos. Los ingenuos engañados por el poder mediático, los pesimistas que descreen del “modelo” y los miserables que cortaron boletas. En fin, la mayoría de los argentinos.
Una evidente demostración de lo dolorosamente digerible que resultó una derrota a manos de una billetera privada, carente de la ideología revolucionaria del "distribucionismo".
Entretanto, como héroes de la resistencia (la rendición no es una opción válida) doblan la apuesta poniendo la mira en el aún lejano 2011 y asegurando, bienintencionadamente y desvergonzadamente, que el producto del acto electoral no fue nada más, ni nada menos, que un crimen de lesa majestad.
De ser cierto esto último, lo que exige la incomprensión general es que, si hubo un crimen, no debería continuar impune.
Por lo tanto, como exigen los cánones del género, un investigador que se precie debería estar dispuesto a revolver los sucesos del pasado, los muchos hechos dolorosos ocurridos antes, durante y después del delito, y que algunos parecen deseosos de olvidar.
Además, para responder a los interrogantes, lo más aconsejable sería evitar tomarse las cosas demasiado a la tremenda, renunciar al tremendismo y elegir el camino de la bonhomía.

Continuará…

14 de junio de 2009

Voto cantado

Desatendiendo la advertencia de Mark Twain, de que es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda, el autor del blog acepta el desafío de la hora, asume el riesgo, y se define.

"La vida es una comedia o una tragedia, según el punto de vista en que se mire", afirmaba el cartel promocional de la película La rosa púrpura de El Cairo, resumiendo el filme en el que la historia de Cecilia (Mia Farrow), una desdichada camarera cuya única felicidad es ver una y otra vez una película, es contada consecutivamente desde el punto de vista cómico y trágico.
De la misma manera, la actual orgía electoral a la que asistimos los argentinos, condenados como el personaje de Woody Allen a ver siempre la misma película, si la consideramos en su conjunto y en general no es más que un espectáculo trágico.
En cambio, viendo sus detalles se convierte en sainete, porque las vicisitudes y tormentos cotidianos, las retóricas proselitistas, las chicanas incesantes, los infundados temores infundidos, los cambios de rumbo, son verdaderos pasos de comedia.

Por eso a estas elecciones hay que tomárselas en serio. Aunque sin exagerar.


candidaturas
Aún con el enfoque más benevolente y por más buena voluntad que uno ponga, los candidatos que desfilan, salvo contadas excepciones, demuestran cabalmente la orfandad política del presente.
Es que cuando se hace política movidos sólo por el puesto político, por afán de lucro o por impunidad y no por el bien común o por patriotismo, todo se reduce a la sutileza de las formas.
El que logró alcanzar la condición de candidato, luego de cubrir un arduo itinerario iniciático y de someterse a un protocolo de investidura, luce y se comporta de acuerdo a las exigencias de un intrincado ritual. Interviene ruidosamente en determinadas ocasiones, guarda silencio en otras, aunque siempre tratando de evitar que la función no se salga del libreto.
Para después, ya con el cargo como botín, demostrar, como cualquier miserable, que se acomoda a las bondades del poder.
Por definición no hay nada que esperar de ellos.
Así como la guerra es un asunto demasiado serio para confiárselo a los militares y la economía no es una materia tan frívola como para dejarla en manos de los economistas, la política es una empresa muy importante que no debería ser manejada por desaprensivos aspirantes a burócratas.

Sobre todo, en esta Argentina deliberadamente en indefensión y fragmentada.

en campaña
¿Ante la resurrección del “estilo moderado neoconservador”, prevalecerá la impronta “nac & pop”?
¿O quedará sólo como el “deseo imaginario” de los escasos voluntaristas que se resisten a admitir que el kirchnerismo ya es pasado?
¿Los “desaguisados” kirchneristas, como la derrota autoinflingida en el combate con los productores agrarios y la Argentina interior, demostrarían una vez más que en la era de la “democracia de la derrota” los detentadores del poder político terminan, como Alfonsín, Menen, De la Rúa y Duhalde, suicidándose?
¿Como decía Onetti: el final es siempre Waterloo?
¿Astucias como el adelantamiento, las chicanas judiciales, las candidaturas testimoniales, le serán suficientes a los Kirchner para alcanzar la conformista y modesta aspiración de obtener el tercio de los votos válidos en Buenos Aires, y de ese modo cumplir con la pretensión de ser los ganadores en la interna abierta del peronismo?
¿O terminarán abdicando a favor de un político más “serio” y potable?

Frente a la dificultad para vencer la indiferencia política, nos acostumbramos a aceptar, sobre todo en épocas electorales, todo tipo de interrogantes triviales y cuestiones accesorias.
Sin embargo, toda reflexión acerca del presente electoral debería comenzar, o terminar, con esta pregunta: ¿Quién (y qué) sirve al interés nacional?


“No votés, tu voto es su coartada”

No me interesa la suerte de los tahúres, los aventureros, los excéntricos, los genocidas y los matones. Ni sus “proezas”, ni sus “hazañas”.
No pretendo exculpar, siquiera parcialmente, a los que confunden la justicia social con el tráfico de miserables, ni a los dispuestos a vender el alma a cualquier poder, ni a los que se acomodan a toda situación que se produzca.
Desconfío de los que utilizan el miedo. Y de los humores de un paranoico imbuido de “la ética de la extorsión” y una “fuerte ideología de la usura”.
No entiendo, además, el claro apoyo y la confusa crítica de los que levantan la consigna del “apoyo crítico”.
Y a los que caen en el espantoso equívoco de suponer que Kirchner es Perón.
O lo más grave aún: los que creen que la principal virtud (o el peor pecado) del kirchnerismo es lo que puede llegar a ser.
Me entristece la política basada en axiomas, admitida sin necesidad de discusión.
Y los discursos distanciados de las cosas. Y de tener que vivir en una “esquizofrenia programada”.
Y sobre todo, la ausencia de pueblo y de proyectos nacionales.
Solo aquellos aquejados de ingenuidad infantil o que padecen de reblandecimiento senil y los que desean ser engañados o necesitan engañarse a sí mismos pueden glorificar un típico modelo político decadente que suele ser característico de las sociedades coloniales y semicoloniales.

En fin. La vida, como advierte el texto védico, es una constante elección entre senderos que se bifurcan y es un arte tomar las decisiones correctas en un universo fluctuante e incierto.
Pero estoy convencido de que “hay momentos en la vida en los que un hombre tiene que decir que no”, como dice Giancarlo Giannini en Pasqualino siete bellezas, el bello film de Lina Wertmüller.

8 de marzo de 2009

Falta y resto

Mientras unos tienen por hechos ciertos los rumores más precarios, otros convierten los hechos en falsedades. Y unos y otros son exagerados por la posteridad. Tácito

« De estos hombres se ve en seguida que son los triunfadores, los señalados, los acostumbrados a mandar »
La colmena, Camilo José Cela

A diferencia del nudismo, donde las ventajas saltan a la vista, encontrarle virtudes al kirchnerismo puede resultar más complicado.
Por eso no llama la atención el esfuerzo que ponen aquellos con pretensiones de seducción oficialista.
Aunque tanto esfuerzo es estéril cuando la intención es demostrar lo indemostrable.
Por ejemplo: que el kirchnerismo es un gobierno de “frente nacional”, como fue el de Perón, como lo sería el de Chávez, el de Evo, o quizás, el de Lula.
También es un despropósito llamar Unión Democrática al rejunte opositor y una gansada buscar semejanzas con Perón, confundiendo una democracia colonial derivada de la derrota de Malvinas con una revolución nacional.
Tampoco alcanza para justificar el “acompañar a Cristina”, el sostener, parafraseando a Leibniz, que “éste es el mejor de los gobiernos posibles”, referencia que inevitablemente remite al “yo o el caos” de Alfonsín.
En lugar de otorgarle atributos al gobierno "apelando al enemigo al que enfrenta, al programa que despliega y a las clases que se expresan a través de él”, como enseñan los viejos y desusados manuales, nos alertan sobre los peligros de “la derecha al poder”, sobre los riesgos que corremos si no ganan los “menos malos”.
Es evidente que todo esto no puede ser más que producto de un gran malentendido.
En primer lugar, Kirchner, que se hizo millonario durante la dictadura, que apoyó al menemismo (el "mejor gobernador" según Cavallo) y convertido, gracias al desguace de YPF, en uno de sus principales beneficiarios, fue el elegido por el “jefe” indiscutido de la “partidocracia” (el “gran elector” Duhalde) para sofrenar al alzado país del 2001. En definitiva la salida más funcional que encontró el poder real para salir de la crisis generada por el mismo. Por eso su gobierno no puede ser, y no lo es, el resultado de la movilización popular (como la caída de De La Rúa), sino su consecuencia.
Es curioso: la retórica oficialista insiste en que estamos ante un gobierno “nacional y popular”, pero entre los que han sacado mayor provecho de la política oficial encontramos a Grobocopatel, la Barrick Gold, Pan American, el FMI (a quién se le saldó toda la deuda), la banca privada, el capital financiero y timbero (la “patria financiera”) que no paga retenciones (único país en que la renta accionaria no paga impuesto a las ganancias), la “productiva” industria del juego (a una de las cuales el ex presidente le extendió la concesión, unos días antes de retirarse, entre gallos y medianoche, con la condición de aumentar el parque industrial con más máquinas, ¡tragamonedas!), la célebre “patria contratista” (a la que se le incorporaron los nuevos amigos del poder).
También contradice el pensamiento declamado: a pesar de que se pagaron más deudas espurias que en cualquier otro gobierno, la Deuda Externa, incluso después del “exitoso” canje, es más abultada. El índice de corrupción supera el de los corruptos “noventa”. Se “estatizan deudas”, con la excusa de “comprar soberanía”. Los impuestos “retrógrados” no se eliminaron.
Pero más curioso aún: mientras se niega el hambre, el índice de pobreza y la precariedad laboral crecen (y la concentración de la riqueza es más acelerada que en cualquier otro país de América Latina), en un clásico “tarifazo”, liberan, luego de subsidiar a las empresas durante años, las tarifas de servicios públicos.
Mención especial también merecen: la carencia de hipótesis de conflicto, la ausencia de la “cuestión Malvinas” en la agenda oficial, la permeabilidad a la presión del sionismo (caso Irán, genocidio palestino, penalización del “negacionismo”,etc). El veto presidencial a la ley de defensa de los glaciares (reserva de agua pura, elemento codiciado en el mundo en crisis). La promoción del saqueo minero.
¿No parece la continuación del proyecto enajenador iniciado hace 33 años por Martínez de Hoz?
¿O será que "les están quitando argumentos a los liberales", como justificó Moyano el pago al FMI?
¿O mejor: “menemismo con derechos humanos”, como popularmente lo definiera Capusotto?

En resumen, toda la retórica oficialista parece ser una gran simulación para disimular lo verdadero: un sistema burocrático conservador, donde “no hay amistades permanentes sino intereses permanentes”, integrado por "políticos profesionales", administradores del statu quo, y cuya única ideología es la derivada del presupuesto.
Sólo así puede entenderse a menemistas devenidos duhaldistas, devenidos kirchneristas, devenidos macristas. A Borocotó y a las últimas elecciones en Catamarca.

1 de febrero de 2009

Decepcionando amigos






El autor del blog, con sus acostumbradas reacciones objetadoras, le responde a un amigo que le envió una nota de un ex ministro de minería salteño sobre la renuncia de Picolotti a la Secretaría de Medio Ambiente.






Mi estimado Alfredo.

Para qué uno manda mails sino para recibir un poco de aliento y superar, aunque sea por un instante, la maliciosa sospecha de que uno está en cosas infantiles impropias de un tipo de cierta edad.
Por eso es curioso, por ejemplo, que un amigo al cual le envié la nota sobre el día internacional del animal, me la devuelva, en un tono veladamente crítico, argumentando que a él solamente le interesa defender los derechos de las personas con discapacidad.
¿Será que, como Joaquín Sabina, lo mejor que hago es decepcionar a mis amigos?.,. …
¿Será que lo mejor que hago es decepcionar a mis amigos?, me preguntaba en el momento de responder tu mail.
Pero es que, con mucha sorpresa, no exenta de consternación, leí la nota (a la que se agregó otra de JFB ) sobre la renuncia o reemplazo de Picolotti a la Secretaría de Medio Ambiente.
Tengo que ser sincero, leerla y reconocerte coincidiendo con ella, me produjo un poco de vergüenza ajena.
Por eso sería injusto de mi parte no enviarte esta opinión.
No me explico cómo, partiendo de las mismas premisas, llegamos a conclusiones tan disímiles.
En primer lugar, no voy a referirme a la Picolotti y su gestión, de la cual me guardo la opinión, sino al artículo en cuestión….
Como la problemática del medio ambiente es fundamentalmente política (como la mayoría de las cuestiones que nos importan) y luego técnica, el hecho que el autor de la nota sea doctor en Ciencias Geológicas (y encima ex Secretario de Minería de Salta) no le da más autoridad para hablar del tema, más que a vos o a mí (quizás todo lo contrario).
De acuerdo al autor, la Picolotti superaría a la Alzogaray como la peor Secretaria de Medio Ambiente. Sin embargo, para aquellos que creemos firmemente que el imperialismo y sus socios nativos son los responsables de la decadencia argentina, sus críticas demostrarían todo lo contrario.
En primer lugar ¿qué emprendimientos productivos trabó? ¿La minera de Trelew? ¿La pesca sin control en el mar argentino? ¿La tala indiscriminada de bosques? Sería bueno saberlo.
Luego la acusa de ser la responsable de haber “lastimando profundamente la hermandad con el honorable pueblo uruguayo” por el conflicto con Botnia (empresa que funciona de acuerdo a estándares imperialistas, perdón,”internacionales”), pero no dice nada de Kirchner, que, en principio, actuó tardíamente y posteriormente permitió pasivamente el corte del puente internacional (entre otras conductas "políticamente incorrectas" por el estilo).
Continúa sus críticas por la oposición de Picolotti a la actividad minera, actividad imperialista por excelencia (se llevan todo y no dejan nada, nada más que contaminación, pobreza, y devastación).
Le imputa haber impulsado la ley de bosques que “condenaría a la miseria al NOA”, es decir, impediría la deforestación indiscriminada para la sojización.
Y finalmente le adjudica la responsabilidad por la ley de defensa de los glaciares,“correctamente vetada” por la Presidenta, dice él (vergozosamente vetada, digo yo y agrego: estos “pequeños detalles” hablan de la naturaleza de un gobierno mejor que mil palabras).
Es evidente que por los errores que le adjudica no puedo menos que sentir simpatía por ella, emoción que no sentía antes de leer la nota.
No tiene sentido extenderme demasiado, después de todo es un correo para alivianar sentimientos.
Para finalizar: Si no podemos enorgullecernos de lo que hemos hecho, que nos quede por lo menos el orgullo de lo que no hemos querido hacer.

Un abrazo