21 de diciembre de 2019

Catrinas







A propósito de mi primer viaje a México.
















"México tiene magia. Y yo busqué la magia y la encontré" Chavela Vargas



       

Había que tener fuerzas para levantarse del mullido sillón del hotel aquella mañana de lunes recién llegado del largo viaje desde Buenos Aires. Para atreverse a salir, hacia cualquier parte.
Sin siquiera haber hecho el check in, con las valijas en la recepción.
Decidí, entonces, llamarlo a Hernán, el amigo que siempre me invitaba a visitarlo.
En principio, es tener mucha suerte contar con un amigo añejo en un lugar tan extraordinario como México. Te hace sentir, de pronto, como un viajero privilegiado.
Conste que pensé dedicarme a vos este día, Jorge -dijo Hernán- con cierta perversidad de amigo solidario. Espérame en el lobby que te paso a buscar.
Y lo dijo como si estuviera ahí nomás, a la vuelta. No, nos separaban cincuenta kilómetros.
Uno, necesariamente, no puede más que entregarse ante semejante protagonista.



Abrumados por la claridad del otoño, andábamos por los hermosos bordes montañosos que circundan la ciudad de México en el carro que conducía Hernán, el apreciadísimo, junto con Mónica su bella mujer


La energía cósmica del volcán Xinantécatl , el Nevado de Toluca, uno de los volcanes activos más hermosos del Estado de México y los opulentos miradores desde las colinas del Valle de Toluca no se prestan a ningún equívoco, solo el disfrute. Para purgar las cuantiosas desventuras de la vida cotidiana.










Como para Hernán no tenía el menor sentido no aprovechar aquel lunes otoñal, con tanto sol, prefirió pasar las facturas al tiempo, a los efectos de obtener, acaso, el máximo de experiencias mexicanas.
Debía entonces, con estoica generosidad, llevarnos hasta el santuario de las mariposas monarca.




Se ha hablado muchísimo, no es ninguna novedad, sobre la riqueza y originalidad de la comida mexicana. Lamento de viejo vegetariano, sin embargo, el no poder disfrutar de todas esas delicias gastronómicas. Aunque sí, por supuesto, de algunas de ellas.
Paramos a almorzar en medio de la ruta en una humilde casa de familia donde, prácticamente, todas las comidas son tradicionales y las preparan en el momento.
Por lo tanto, me dispongo en adelante, a probar, por primera vez, tortillas de maíz para armar tacos con quesadilla de queso, flores de calabaza y huitlacoche, el hongo del maíz, el caviar azteca. 
Me abstengo, por obvias razones, evitar la venganza de Moctezuma, de probar las amplias variedades de condimentos.Y bebiendo atole de maíz, exquisita bebida prehispánica. 
Finalmente un delicioso café endulzado con caña de azúcar.









Para finalizar la extensa jornada de acción y aventura estimula la idea de visitar la casa de los anfitriones.
Cuesta resistir las pretensiones de Hernán para quedarnos a cenar y a dormir. Es que aún no habíamos tomado la habitación del hotel y al día siguiente nos íbamos de excursión.
De todos modos, a nuestro favor, debimos aceptar el ponche mexicano, jugo de frutas cocinadas y endulzado con caña de azúcar, que Mónica nos preparó en el momento. Y que resultó ser una sabrosa infusión.




Por tanto, por todo lo anterior, se hacía necesario asumir el repaso escrito de aquellos protagonistas fuertes que nos acompañaron en el camino. Con tendencia superlativa hacia la condición de recuerdo.
Ambos protagonistas se convirtieron de la conjugación pretérita de la tercera persona del plural a la más emblemática del presente.
Ellos, ahora, son. Los dos, juntos, son.


Esta página está dedicada con cariño a Mónica y Hernán.